El Cantar del Mio Cid es una de las obras principales de la literatura medieval castellana. Es el testimonio escrito de uno de los mitos hispánicos más impotantes: Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Hoy en día todos conocemos a El Cid, el caballero castellano símbolo de la reconquista y de la literatura épica europea. El mito del Cid ha subsistido siempre, y lo podemos encontrar a lo largo de la literatura española como lo que siempre ha sido, un mito. Hay evidencias históricas de que pudo existir un tal Rodrigo Díaz de Vivar, pero la leyenda es mucho más poderosa que la realidad y ha sido alimentada por siglos de propaganda, que en el último siglo pareció cobrar fuerza de la mano del señor Menéndez Pidal. No voy a enfocar este post en los aspectos mitológicos y legendarios del Cid si no que me centraré en hablar de la obra.
Se trata de una de las manifestaciones más primitivas en lengua castellana, y la primera literariamente hablando (obviando la existencia de las jarchas durante siglos de tradición filológica). Es un poema épico, pertenece a la épica y por lo tanto se englobaría a esa tendencia tan medieval que reinó por toda Europa. Sin embargo en España poco se ha conservado de épica, apenas unos cuantas obras a diferencia de la numerosa y rica herencia que tienen los franceses o alemanes. En España existió probablemente una tradición muy rica de épica herencia visigótica, pero que se perdió por causas misteriosas, de ello tenemos como prueba diversos romances que tratan el tema de la pérdida de cantares épicos en Castilla.
La épica es un género muy antiguo, de los primeros en aparecer en la literatura occidental, que narran las hazañas de un héroe. El Cid, es un personaje idealizado que encarna todas las virtudes del héroe prototípico: valentía, fortaleza, honor, bondad, sentido de la justicia... No es algo extraño, todas las obras épicas se construyen a partir de estos personajes arquetípicos sobre los que gira la acción tratándo diversos logros y aventuras protagonizados por estos héroes. El caso del Cid es un tanto peculiar desde la visión ¿posmoderna?; desde luego no está bien juzgar los clásicos con la mirada actual, pero claramente hoy en día la figura heróica del Cid ha quedad como un símbolo un tanto arcaico y denostado. Yo veo al Cid en la obra como un mercenario que llega a ser alguien por obtener riquezas a través de la fuerza militar. Pero no es la forma de criticar una obra escrita hace siglos. Estamos en la Edad Media y en plena Reconquista peninsular. Evidentemente no podemos esperarnos un personaje benevolente y simpático que no mata ni una mosca.
Lo más peculiar que distancia al Cantar del resto de poemas épicos es su "historicidad", tal y como lo han querido ver los expertos. Y es cierto que aquí no hay tantos dragones, princesas, magos, anillos mágicos, personajes maravillosos, espadas poderosas... Muchos de los personajes que aparecen en El Cid existieron, al igual que muchas de las batallas y lugares. Todo ello ayuda a desentrañar la oscura autoría y fecha que la crearon. Probablemente, y es una tesis muy fuerte, es obra de un autor culto clérigo que conocía especialmente la zona de nacimiento del héroe y que también tenía ciertos conocimientos jurídicos e históricos, aunque los personajes y hechos que escribe están muy lejos de pertenecer a su época. Estamos en la Edad Media, y quienes escribían eran clérigos, pensar que fue obra de un juglar es más dificil de sostener; esto es obra de un clérigo que recopila una tradición castellana épica para darle consistencia y coherencia. Y de nuevo respecto a la separación del resto de la épica europea, el cantar del Mio Cid tiene un toque peculiar pues no solo es más histórico todo cuanto acontece si no que el héroe es más humano, pues llora, anhela, sufre etc. Y no es una crónica de guerra que relata batallas y hechos bélicos; el autor se encargó de darle una profundidad literaria mayor introduciendo episodios y elementos más "míticos" y cercanos a la épica, como lo son el episodio del león, el de la niña de nueve años o el sueño del arcángel.
El cantar se entiende estructuralmente como una sucesión de hechos heróicos que tienen como fin el perdón real para la honra del Cid. El Cid es el vasallo, jerarquica y socialmente inferior al rey, pero moralmente muy superior a este (al menos esa es la intención de la obra). El perdón del rey responde a una suma cuantificable de riquezas que tiene que entregar el Cid para obtener su perdón. La obra parte de la pérdida de su honra ¿pero realmente el personaje pierde su honra? ¿se puede plantear una obra épica en la que el héroe es un personaje sin honor? se ve complicado entenderlo así... El Cid nunca pierde la honra sino que la engrandece, pero el planteamiento de la obra es partir de lo más bajo (el destierro) para alcanzar la máxima gloria del héroe (el casamiento de las hijas con príncipes, es decir una relación sanguínea con la nobleza). Un dato curioso es que el crecimiento de la obra es paralelo al crecimiento de la barba del Cid, no creo que sea un elemento azaroso. Podría plantearse el hecho de la conquista de Valencia como el punto álgido de la honra de Rodrigo Díaz, pero parece que el autor no se quedó contento con ello, y lo que parece una nueva recaída de ese honor (afrenta de corpes) conlleva rozar la punta del iceberg que son las bodas de Sol y Elvira con príncipes. Nada es casualidad en esta obra que es maravillosamente sorprendente lo bien construída que está para la época. Si son personajes "vacíos", "estúpidos" y "arquetípicos", pero estamos hablando de una obra escrita en el 1200 con muchas cosas positivas, originales y aportadoras a nuestra literatura.
Lo más sorpendente y notable que podemos reconocerle al autor es que El Cid ha sabido envejecer de alguna manera y mantener durante siglos de historia y tradición literaria la misma esencia con la que fue concebida: la de mitificar un personaje real pero de dudosa biografía para combertirla en símbolo de Castilla y de la hispanidad. Es algo que ha muchos se le atraganta, pero creo que El Cid debe seguir vigente como uno de nuestros clásicos más clásicos.