Sobre vampiros y otras bagatelas
El personaje del vampiro es muy antigua y forma parte de la literatura desde hace siglos. Se remontan al medievo, aunque existen antecedentes de la literatura clásica. Es uno de los grandes símbolos de la novela gótica, que lo utilizo como personaje recurrente durante el siglo XIX. "El mito del vampiro renace en cada nueva forma que lo engendra y recrea su nuevo acontecer. La historia de las formas que el vampiro ha revestido regenera su sentido y refuerza el carácter de su mito, lo vuelve un ser resplandeciente de eternidad" (Glantz, 2006).
Sin duda el Romanticismo es el periodo en el que fructifican las grandes obras vampíricas como Drácula de Bram Stocker. Pero no todo a quedado en la novela decimonónica, si no que la contemporánea a hecho renacer la figura del vampiro entre otros monstruos clásicos, transformando el modelo y el trato hacia este personaje.
Es curioso, en el caso de la narrativa latinoamericana cómo resucitará a este personaje del siglo anterior aportando nuevos tratamientos. Horacio Quiroga en «El almohadón de plumas» un aguijón-diente desangra a una joven; no es un vampiro como tal si no un extraño ser que vive dentro de una almohada. No obstante lo fantástico se esfuma tratando de darle una explicación racional al hecho. En una de las novelas más conocidas de Carlos Fuentes, Aura encontramos «algo más que una intensa historia de fantasmas: es una lúcida y alucinada exploración de lo sobrenatural, en encuentro de esa vaga frontera entre la irrealidad y lo tangible, esa zona del arte donde en horror engendra la hermosura».
El personaje vampirico en la novela contemporánea resurgió en forma femenina a través de varios autores, entre ellos dos argentinos: Pizarnick y Cortázar. Se trata de los relatos que narran la historia de la Condesa Sangrienta, una misteriosa artistócrata húngara. Según cuentan las leyendas, la condesa Bathory fue una asesina en serie del siglo XVI que se bañaba con la sangre de sus sirvientas para mantener la juventud. Julio Cortázara introducirá ese personaje en una de sus obras 62/Modelo para armar. Pizarnick escribe en 1966 un ensayo sobre este personaje.
Entrevista con un vampiro de Anne Rice ofrece sin duda una nueva visión de la figura de este oscuro personaje. Rice pretende acabar con la leyenda arrastrada durante siglos por la literatura, en especial la del XIX, que básicamente se centra en la figura de Drácula y las supersticiones europeas. Rice refleja un personaje "humanizado" al que le duele matar. Esta autora es conocida por sus Crónicas Vampíricas, una numerosa saga de libros centrada en la figura de Lestat de Lincourt.
Esta nueva perspectiva del vampiro a sido todo un éxito para sagas de libros que han dado la vuelta al mundo para saltar a la gran pantalla. Son éxitos comerciales como Crepúsculo, convertido en todo un icono muy discutido por su calidad literaria. La propia Rice, ridiculiza a los vampiros de Stephanie Meyer. Sin duda son un éxito comercial que deja atrás la figura tradicional del vampiro.
En mi opinión, que la literatura adapte la figura vampirica tradicional no tiene porque ser ningún error. El problema no está en la evolución en sí, si no cómo se lleva a cabo. Para muchos estas nuevas formas de concebir al vampiro han degenerado en una especie de parodia de el personaje. Si a esto le sumamos una discutible calidad literaria de estas recientes sagas juveniles tenemos que plantearnos esta curiosa evolución o metamorfosis del vampiro.
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