El romanticismo
hispanoamericano en la obra de Echeverría
Para entender el romanticismo hispanoamericano es necesario
entender el contexto histórico en el que surgió: la Independencia. Un nuevo
sentimiento de emancipación llevaba años acompañando a los criollos de las
colonias, que veían en los principios de la Revolución Francesa y en la
Independencia de Estados Unidos un sueño de libertad posible. La ocupación de
las tropas francesas en España y la ausencia del monarca Fernando VII fueron el
detonante que hicieron posible la separación. Aprovechando la anarquía en la
que se sumía la metrópoli los criollos lideraron revueltas y una guerra de
independencia victoriosa. Entre los nombres más ilustres destacan el Cura
Hidalgo, Simón Bolívar y San Martín.
Las nuevas repúblicas coinciden con el auge de los
nacionalismos. Este movimiento acompañará al Romanticismo en Europa y también
en el Nuevo Mundo. La literatura de esta época tendrá ante sí una labor
fundamental: la búsqueda de la identidad nacional. La literatura será un
símbolo de la identidad de estas nuevas naciones que querrán desmarcarse de
toda tradición heredada por los españoles, para buscar sus propios caminos.
Esta búsqueda de la identidad tendrá dos grandes vertientes: la de resucitar el
pasado precolombino y la figura del indio como identidad americana, o la de
crear nuevas naciones sin rechazar la influencia europea. Pero de cualquier
forma, la literatura romántica de Hispanoamérica tomará los grandes rasgos del
romanticismo europeo: la libertad individual y el subjetivismo del autor, la
naturaleza y el paisaje como elemento fundamental, la exaltación de los
sentimientos y las pasiones llevados al extremo y la búsqueda de lo irracional
y lo imaginativo. Sin embargo, en Latinoamérica los escritores no imitaran el
romanticismo europeo, sino que lo adoptan asimilando a las necesidades y
realidades de las nuevas naciones. Encontramos una literatura por lo tanto muy
enfocada al ámbito nacionalista y a la reivindicación de lo propio a través de
una naturaleza americana que por sí misma es exuberante y literaria. La figura
principal del Romanticismo en América que traerá la corriente a su país será
Esteban Echeverría. Un escritor comprometido con la política de su país. Estudiará en Francia donde se contagiará del romanticismo europeo para
trasladarlo a la Argentina adaptándolo a su realidad. Echeverría será el
líder de una nueva generación de escritores argentinos comprometidos que liderará la Asociación del Mayo. Toda su literatura pretende desmarcarse de lo
europeo, aceptando el castellano enriquecido por la realidad del americano con
la finalidad de contribuir al engrandecimiento de su patria.
En la Cautiva encontramos notables elementos románticos; son
relatos escritos en verso donde no hay una métrica establecida, porque está
dependerá del contenido del relato (creación de un nuevo lenguaje poético que
rompe con lo tradicional). El elemento principal que cobra vida en La Cautiva es el desierto
de La Pampa (utilización de un paisaje propio), un terreno que los blancos todavía
no han conseguido conquistar a los indios, y que es un símbolo nacional. La
trama del relato es dramática llevado al extremo, se trata de la huida de una
mujer blanca que arrastra a su marido moribundo por todo el desierto para no
ser atrapados por los indios. La protagonista de la historia es una mujer, una
heroína distinta al prototipo romántico de la amante, se trata de un personaje
puramente intencional que pretende reivindicar el papel ejemplarizante de la
nueva mujer argentina: esposa y madre al mismo tiempo. El autor juega con el tiempo
y con el paisaje centrándose en la descripción, humaniza al desierto como obra
divina exaltándolo y animaliza a los indios, el enemigo de la nación argentina;
de esta manera recupera el debate Civilización y Barbarie invirtiendo los
papeles planteados por Bartolomé de las Casas. Se trata de un texto romántico
como puede observarse por sus rasgos, pero con un carácter más propio con un
propósito claramente político y nacionalista.
En el matadero los símbolos románticos ya no se ven tan
claros. Podríamos hablar de costumbrismo, pero se hace difícil etiquetar una
obra tan novedosa para su tiempo. Lo que sí está claro es que la obra recupera
el debate Civilización y Barbarie, pero ahora enfocado en el hombre blanco en
un maniqueísmo de federales y unitarios. Lleva el relato al terreno de la
política a través de los hechos que ocurren en un Matadero de la ciudad de
Buenos Aires, un escenario que hace alusión a Rosas. A través de la ironía
Echeverría nos ofrece una visión decadente de la realidad argentina víctima de
la política de los federales. Se trata de un relato crudo y en ocasiones
macabro con una fuerte simbología conducido por la ironía con la intención de
ofrecer una visión patética.
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